"Amor
mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque
la sangre me llame a quererte, te quiero
porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y
no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí,
no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta
que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas
dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu
amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado,
jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y
no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan
sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero.
Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier
otra, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que
quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor
que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la
música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y
es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en
un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los
pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura.
Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana
y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También
puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
¿Por qué stop?
Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí,
un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras,
y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo.
"
Julio
Cortázar, Rayuela, 1963
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